El hijo de El Garufa volvió a derrochar guapeza en la
central del domingo en la arena de Palermo, pero no sólo para acaparar su
segundo trofeo seguido en la máxima categoría con una potente atropellada, sino
también con el coraje que le exigió un tropiezo complicado antes de pisar la
recta final.
EL MARGOT, de la caballeriza DON LUIS, conducido por ALTAIR DOMINGOS -Foto prensa Hipódromo de Palermo |
La ratificación del Gran Premio
República Argentina (G1, 2000m) sugería una lucha de principio a fin. Como
tercer pase del Torneo Palermo, contenía mucho de los protagonistas de los dos
apasionantes turnos previos, pero también aportes nuevos, incluso muchos con
naturaleza a pedir de la velocidad desde la largada. El Margot volvió a
derrochar guapeza. El Margot volvió a vencer en la máxima categoría. El Margot
ya no es aquella sorpresa para los más creídos en la especialidad del
mediofondo. De hecho, El Margot fue ganando cada uno de los infinitos elogios
que recibe por estas horas con el incremento de sus atributos.
Old Bunch, titular del Clásico
Otoño (G2, 2000m), primer eslabón del certamen porteño para todo caballo de
tres años y más edad, soltó con el comando entre ceja y ceja, tal cual el
estatus que lo encumbró como uno de los mejores de su generación en 2015. Lindo
Amor, tercero en el citado Otoño y placé a vuelta de hoja en el Gran Premio de
Honor (G1, 2000m), esta vez decidió encimar al citado vanguardista. Cerca de
ambos citados, el crecimiento de Romaño, de concepto estelar al iniciar su
palmarés, plataforma condicional hasta este apareo y salto singular cuando se
volvió el rival a vencer al pisar la recta final de la central del domingo en
un Argentino colmado con alrededor de 80 personas.
En tal sucesión, El Margot marchó
penúltimo durante la primera mitad de la longitud. Altair Domingos lo llevó por
los palos, un sector que le permitió abreviar un poco hasta los 800 finales. Un
efecto dominó de golpes no sólo lo descolocó, sino que, según la palabra de su
jinete, “casi rueda”. Pero ese contratiempo no iba a ser capaz de dejarlo fuera
de la hora de la verdad. De hecho, con un trámite a su paladar, las chances
eran concretas. Aunque restaba descontar hasta Romaño, una misión cuesta arriba
con tanto espacio entre ambos.
El descendiente de El Garufa,
aquel extraordinario millero con zancadas largas, telones de epopeya, que
arrancó como semental de puros y que actualmente sirve para Polo, lo hizo. Tal como en el Honor, se fue agigantando
mientras subía la temperatura en las tribunas de frío otoñal y calor de
multitud. “Es un león. La emoción por el éxito, la emoción por un caballo así”,
reflejó el entrenador Enrique Martín Ferro cuando el marcador reflejó ¾ cuerpo
sobre Romaño. Tercero, en salto desde la milla, finalizó Le Blues, otrora héroe
del Gran Premio Polla de Potrillos (G1), que 3 cuerpos después confirmó sus
dotes de adaptación a cualquier exigencia, un largo por delante del favorito
Old Bunch, con seguridad víctima de un tablero donde no fue único dueño de la
velocidad.
El controversial cronómetro
metropolitano se clavó en 1’57’’85c, un nuevo tiempo record que al margen de
las especulaciones sobre cómo medir, fue
producto de alternativas frenéticas y una
superficie voladora por las lluvias en las semanas previas. El reservado por
Luis Aramburu talló la segunda plusmarca de su vitrina, en adición a la de La
Plata en octubre. También, como se marcó, un par de G1 en fila, de cara a una
cúspide indiscutible en la especialidad. No está anotado en la serie de las
Estrellas, pues su plan por el Gran Premio Estrellas Classic (G1, 2000m), el
último sábado de junio y también en la arena de Palermo, costará el 50% del
premio al vencedor como suplemento. Y si no es esa cita, entonces será el
descanso a un guerrero que tiene todo muy bien merecido.
Sebastián Heredia
Periodista especialista en Turf
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